Tengo
rostros latiendo en mi memoria, ellos regresan siempre cuando llega
la Navidad, algunos me sonrien y yo inevitablemente suspiro por sus
ausencias, recordando las cenas en Navidad de antaño, también me
laten rostros que están del otro lado del charco, donde el golgorio
da vida y magia a la Noche Buena esperando la llegada del niño Jesús
debajo del arbolito, con el sonido de nuestro toca-disco, ·”Navidad
que viene, la ilusión del año, unos mas alegres y otros van
llorando”, letras de nuestra querida orquesta Billo´s Caracas
Boys.
La
cena en Noche Buena siempre es una excusa para estar todos juntos en
familia, mi madre ponía la mesa tan bonita, sacaba su mejor jarra de
cristal, cubiertos de plata que le habían regalado en su matrimonio,
los manteles blancos bordados de surcos y flor de cayena, los platos
combinados entre Venezuela y Canarias, el bacalao de mi madre se
asoma con su vestido de pimientos rojos y papas arrugadas y por el
otro el tradicional pernil con nuestras hallacas, eso si el pan de jamón que no
falte.
Nuestra
abuelita la mayor de todos daba la bendición dando gracias a Dios
por una Navidad todos juntos. Aunque luego comenzaba ese zumbido de
zancudos llamado charlas, hablando bien del prójimo, temas de qué
hablar, que si la prima se quedó soltera, que si Miguelito era un
pica flor y se quedó por Tenerife, que si esta muy flaca la tia
Valeria y así. Mientras todos inquietos mirando de reojo el arbolito
se supone que el niño Jesús está a punto de llegar y las micas del
reloj no se mueven, ¿ son las 12 ya? -Nooo . Entrañable el goteo el
abrir los regalos, romper el papel, - para ver el tuyo ahh y ¿ el tuyo?.
Recuerdos,
yo ya recostada en el sofá, en el intento de ayudar a mi madre a
recoger el alboroto de copas a medias de licor o refresco, bandejas
de pasa-palos que viajaron de la cocina a la sala y regresaron
intactas, pero los turrones nunca regresaron, el plato regresó diciendo quiero mas.
Yo
seguía recostada pensando en el amor platónico del colegio,
preguntándome si vio mi corazón de papel, mientras mi madre
observa una porcelana de elefante que le habían regalado, y a mi
hermano, lo veo feliz le habían reglado un libro, conociéndolo su
amor y pasión por ellos termina en la última página.
Un
eco dulce me despierta, mi corazón de papel se desvanece, pero si
estoy en Canarias, en qué momento viajé a mis Navidades de
juventud. Era la voz de mi madre, - ¿ Me buscas un café? del Sr.
José, si mamá, entendí que fui a Venezuela en mis recuerdos.
Te
doy gracias querido Niño Jesús, tengo a los mas cercanos a mi lado
y te vamos a recibir con el fervor de siempre, agradecidos por esta
tierra canaria y su acogida.
¡Feliz
Navidad Chiquillos!, mis mejores deseos, se les quiere un fuerte
abrazo
©Beatriz
Martín
21/12/2021